Domingo a mediodía. El sol derrite las persianas. Debería bajar a comprar el pan para el desayuno, pero ¿a quién le apetece vestirse con la que está cayendo? Decido bajar a la calle como Dios me trajo al mundo. ¿Acaso es ilegal? Y en caso afirmativo, ¿cuánto cuesta? ¿Solo? Pues póngame dos, bien tostaditas, hágame el favor.
A continuación, una breve relación de tropelías que puedes hacer en tu ciudad y el “PVP” estimado por cada una de ellas. A infringir, que son dos días.
Practicar kite-surf en el estanque de El Retiro
Porque yo lo pago: Entre 100 y 1.000 euros.
Si vives en Madrid y eres aficionado a este deporte acuático pero no te llega el parné para ir al pantano de Atazar, siempre puedes surcar las plácidas aguas del estanque del Retiro. Necesitas para ello viento suficiente –es posible- y que la policía no te vea, de lo contrario tienes un problema porque la Ley de Seguridad Ciudadana o ley mordaza aprobada por el PP contempla “la práctica de juegos o deportes en lugares no habilitados cuando haya riesgo para las personas y para preservar los espacios históricos”, con una sanción de 100 a 1.000 euros.
Según un agente de policía municipal (aka “pitufo”) consultado, me pondría una multa de 750 euros, sin tener en cuenta que haya un posible maltrato a algún animal del recinto –carpa o pato- o molestes a un relajado remador de barca y te denuncie. En ese caso, no iría por la vía administrativa, sino penal y dependería de lo que interpretara el juez según la denuncia. Aviso a los navegantes: mejor esperarse y hacerlo en un pantano.
Hacer de Spiderman y escalar un edificio
Porque yo lo pago: Entre 1.000 y 30.000 euros.
Ese pedazo de ciudadano intrépido que va por la calle con sus Quechua mirando a las alturas mientras piensa: “Este edificio me lo tengo que subir un día”. Hace falta estar muy preparado físicamente como Alain Roberts, el Spiderman francés con varios records en su haber por escalar los edificios más altos del mundo. También es conveniente tener una billetera bien nutrida para afrontar las consecuencias de la osadía.
Volvemos a la ley mordaza, que dice que “escalar a edificios o monumentos o lanzarse desde ellos conlleva una infracción leve de 100 a 1.000 euros”. En caso de que te diera por escalar un edificio de interés ‘histórico-artístico’, la infracción sería grave y la multa iría de 1.000 y 30.000 euros. Un ejemplo cercano fue el de Greenpeace cuando se subió al frontispicio del Congreso de los Diputados y desplegó una pancarta contra la reforma de la Ley de Costas. En este caso, el juez les imputó un delito contra las instituciones del Estado.
Si te gustan las alturas y vives en la gran ciudad, quizá sea mejor que te vayas al rocódromo más cercano a saciar tu sed de alpinista urbano.
Ir a comprar el pan en pelotas
Porque yo lo pago: Gratis total (menos en BCN).
Aparte de resultar desagradable a la vista en algunos casos –como el mío-, el peligro de ir a comprar el pan como tu madre te trajo al mundo, es que el panadero se confunda de pistola al atender a un cliente y te lesione. Ahora en serio, es muy curioso este caso porque legalmente mientras no te toques en un sitio público puedes ir en pelota picada. El tema es que como no está bien visto o aceptado por la sociedad, si la policía te ve exigirá que te tapes y lo más seguro es que si no lo haces te detenga por exhibicionismo.
Un ejemplo reciente que ya lo recoge en sus leyes es el de Barcelona. A partir de 2011 ir “desnudo o casi desnudo” por esta ciudad conlleva una multa de 120 a 500 euros; según dice la ley, con el fin de «proteger el derecho de las personas». Aunque el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña avala esta prohibición, eres libre de vestirte como quieras y en otras palabras viene así recogido en la Constitución Española. Por eso, normalmente estas condenas son sobreseídas. Prueba a comprar el pan un día en pelotas y nos lo cuentas, es muy probable que te miren mal y muy poco probable que te condenen si no te tocas la ‘pistola’ en público.
Hacerte unos ‘redondos’ en Cibeles
Porque yo lo pago: 100 euros y un tirón de orejas.
Parece que sólo los jugadores del Madrid cuando ganan un título tienen el derecho de encaramarse a la Cibeles. A mí me gustaría ponerme el bañador marcapaquete y unas gafas de buceo con tubo y todo, y echarme unos ‘redondos’ tranquilamente –largos va a ser más difícil-. En principio, si entras sigilosamente sin pisar ninguna planta alrededor de la fuente y no molestas a nadie, lo más normal es que el policía te haga unas preguntas para averiguar si estás loco como un cencerro. También te podría poner una sanción administrativa si la cosa se complica, pero sería una falta leve y si no te pones bravucón te pueden caer 100 eurillos. Tiene su aquel, pero con ese dinero te compras una piscina hinchable en el Lidl y te das el gusto. No es lo mismo, claro, pero te hace el apaño.
Echar una carrera de karts en medio de la Castellana
Porque yo lo pago: 500 euros y tres puntos de la licencia de manejar.
Este es uno de mis sueños, lo reconozco. Me encantaría hacerlo siempre que no pusiera en peligro la vida de nadie. Tendré que esperar a otra vida a ver si nazco Fernando Alonso y me dejan una avenida para hacer el cabra con un kart. Y digo esto porque un agente de la policía municipal me responde muy serio que si me pilla se me cae el pelo.
Los karts son vehículos que carecen de autorización administrativa y al no estar homologados para circular, sólo pueden ir por circuitos o recintos privados.
En este caso en concreto, si la infracción fuera por la vía administrativa porque no has puesto en peligro la vida o integridad de una persona, la circulación y no has producido daños en la calzada, es probable que te multen con 500 euros y te quiten tres puntos del carné. “Pero podría ser que has infringido uno de los casos anteriores, entonces iría por la vía penal… es un delito tipificado en el Art. 381 del Código Penal”. Como siempre por la vía penal, depende de lo que interprete el juez, pero no pinta bien.
Cenarte un pato de la Casa de Campo
Porque yo lo pago: Entre 2.000 y 20.000 euros.
Ni de lejos se me ocurre sacrificar a un pato (mi lema es “al que mate a un pato lo mato”), pero no deja de llamarme la atención qué pasaría si a alguien le da por llevarse un pato del lago de la Casa de Campo y se lo cocina a la naranja para darse un homenaje. Pues la broma sale cara y con razón. Según la Fundación para el Asesoramiento y Acción en Defensa de los Animales (FAADA) en principio iría por la vía administrativa y viene recogido en la Ley de Protección Animal, en este caso de Madrid. Aunque las leyes y sanciones varían según la comunidad autónoma, suelen ser similares. En Barcelona esta infracción sería muy grave y la sanción económica estaría entre los 2.001 y los 20.000 euros.
La reincidencia o la trascendencia social o sanitaria, entre otros, se tienen en cuenta a la hora de gravar la cuantía de la multa. En Madrid la ley es de 1990 y la sanción está en pesetas: de 250.001 a 2.500.000 pesetas, es decir, de 1.500 a 15.000 euros. Desde FAADA recuerdan que “si va por la vía penal, la sanción entonces dependerá del juez”. La condena sería de cuatro a doce meses de prisión, dependiendo del tipo y modo de infracción e inhabilitación para caza y pesca durante el tiempo que estime el juez. Casi mejor cenar algo más ligero, no vayas a tener merecidos problemas con la justicia.
Dicen que los sueños, sueños son, pero no me resisto a seguir pensando que un día cometa alguna nueva locura. De todas formas, cuidado con lo que sueñas despierto. Aquí el dicho “más vale pedir perdón que pedir permiso” no funciona y menos en tiempos de crisis que hay que recaudar.
Jorge Todolí es el indómito autor de ‘¡El Mundo se acaba mañana! 101 noticias reales que parecen mentira y culpable de, por lo menos, la mitad de Parece Del Mundo Today.
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