Apa! Con esto del procés, el secesionismo, el referendum, el separatismo o como demonios se llame la cosa esa que están haciendo en Cataluña o Catalunya, los ánimos están más crispados que nunca. Si echamos un ojo a cualquier periódico, muro de Facebook, Twitter y demás inventos, se diría que toda España y parte del extranjero están a la gresca con el espinoso asunto.
Para echar leña al fuego y, ya de paso, aprender idiomas, vamos a repasar un puñado de insultos en catalán, que permitirán a propios y extraños descalificar al prójimo en la lengua de don Josep Pla. Una guía que será tan útil para charnegos castellanoparlantes independentistas como para españolistas recalcitrantes, a la hora de poner de vuelta y media a Rajoy, Puigdemont, el Rey, Colau y demás protagonistas de tan disparatado episodio nacional(ista). ¿El saben aquell que diu…?
Cagabandúrries: no hay que ser Joan Manel Serrat para caer en la cuenta que este es el equivalente polaco a “cagabandurrias”, palabro que se utiliza para hacer referencia a un plasta, alguien cargante, inútil e inepto, que suele poner excusas tontas para su necio proceder. Aquí podría ir la foto de cualquier politicastro.
Pelacanyes: la traducción literal sería “pelacañas”, aunque el castellano viejo se sentirá más cómodo con “pelagatos”, lo que viene a ser un individuo mediocre hasta tal punto que ni merece el calificativo de “tonto”. Un pelacanyes es tan vulgar que para él un insulto fuerte sería una retorcida forma de elogio. Todos estamos pensando en el ente más acreedor de este término, pero no se puede decir.
Pallús: baboso, bagazo, barcia, bestia, bárbaro, corto, estúpido, lento, primo, tonto, torpe. ¿Hace falta poner más sinónimos, collóns?
Carallot: el significante se parece al “carallo” gallego, pero el significado poco tiene que ver. El carallot es un mindundi, un calzonazos, un ser manipulable y voluble que resulta tan fácil de engatusar como el votante medio.
Llepaculs: alabador, lisonjero, pelota, cobista y, en definitiva, lameculos. El llepaculs es un gusano encerrado en cuerpo humano capaz de cualquier cosa con tal de conseguir sus propósitos, a menudo altamente mezquinos.
Nyicris: podría ser ruso o griego, pero no: es un insulto catalufo puro y duro. Y tacha sonoramente a toda aquella persona que peca de pusilánime, floja, debilucha, cobardica y (por usar una expresión políticamente correcta) poco viril.
Cap de suro: significa “cabeza de corcho”, un término nada común en lengua castellana. Sí lo es “cabeza de chorlito” o “cabezabuque” y cualquier otra palabra malsonante que haga referencia a una mentalidad atolondrada y sin luces.
Pocatraça: “[persona] Que no té gaire habilitar o traça per fer les coses”. Si es que esto de parlar catalá está chupao, ¿no? Casi tanto como hablar en cristiano. Pues eso: un pocatraça es una personita que no tiene habilidades o trazas para hacer las cosas… bien, cabría añadir.
Figaflor: la primera acepción de esta palabrota hace referencia a un fruto que dan ciertas variedades de higuera en verano, bastante más gordo que el higo corriente. Pero como descalificación (grave) sirve para infraseres sin energía, atontados y fácilmente influenciables.
Cul d’olla: don nadie, inútil, bueno para nada. No hay sinónimo que se le acerque en castellano; quizá el más aproximado sería “culo gordo”.
Panxacontenta: esta sí que es rara. Dícese de un alma excesivamente despreocupada, pasota, pagada de sí misma, a la que todo le da igual y que busca la vida facilona. Como el común del los celtíberos, vamos.
Capsigrany: personaje poco cabal, con escaso sentido y menos entendimiento. Necio.
Estaquirot: ésser un estaquirot es ser un pusilánime, un ente con escaso ánimo y bizarría para acometer peligros y aventuras, y también para encajar infortunios.
Botifler: aunque viene a significar “persona arrogante, presumida y orgullosa” y se usó en la Guerra de Sucesión Española para insultar a los borbónicos, en los últimos tiempos ha adquirido plena actualidad, pues así llaman los independentistas catalanes a aquellos que se oponen a sus ideas.
Torracollons: lo que en lengua castellana se dice un “tocapelotas”, esto es, un ser humano inoportuno, enojoso, que pone pegas y trabas a todo y a todos con el objeto último de molestar. Como, sin ir más lejos, el autor de estas líneas.
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